Manuel Santolaya conoce la plaza y el barrio de Olavide desde que nació. Y ya van unos cuantos años, justamente desde el 57. Su padre, Pablo Santolaya, hijo, nieto y bisnieto de relojeros abrió en 1954 la primera sucursal en Madrid del taller de relojería que sin solución de continuidad y desde el año 1867 había estado establecido en Logroño y en Almazán-Soria.
Manuel Santolaya es, por oposición, relojero del Patrimonio Nacional y todo el mundo le conoce como el “relojero del Rey”. Ser la quinta generación de una familia de relojeros es, sin embargo, el mayor título que puede exhibir nuestro vecino. De niño sus juguetes preferidos eran los relojes. Armarlos y desarmarlos. Fundir plomo para las pesas y manejar las herramientas del oficio, la fresa, el torno y la segueta como eran para él entretenimientos infantiles.
Tal destreza en el oficio le hace reconocer los relojes solo por su sonido y alcanzar una maestría en el arte de la relojería por la que la sección y los talleres de Restauración y Conservación de Relojes y Autómatas del Palacio Real son reconocidos como una de las mejores instalaciones mundiales en la especialidad. Cualquier visitante del Palacio Real se da cuenta de ese detalle con una simple visita. Relojes históricos como el de las Cuatro Fachadas obra de Thomas Hildeyard, los de Godon pertenecientes al palacio real de Aranjuez, el reloj suizo con autómatas llamado El Pastor, de Jacques Droz e infinidad de otras obras del arte de origen inglés han pasado por sus manos. Hace tres años ABC dedicó un largo reportaje a la persona de Manuel Santolaya en la que pueden ustedes ampliar noticias de él. Lectura recomendable. Y si quieren ampliar su conocimiento sobre la historia de la relojería y en especial la de la colección real tienen una buena síntesis en el Centro Virtual Cervantes.
Pero no es de eso solamente de lo que aprovechamos para charlar con Manuel. Nos habla de la antigua vida del barrio. De la desaparición de oficios artesanos establecidos desde tiempos antiguos en nuestras calles. Del restaurador de pianos o el guarnicionero Sancho de la calle Quesada. De tantos otros que apenas son ya un lejano recuerdo en la memoria de los vecinos mas mayores. Hoy, me dice Manuel, no queda vida comercial en calles como Sagunto y otras del barrio. Que es una pena la desaparición de los viejos oficios. Locales que fueron en su día talleres llenos de maestros y aprendices hoy son solo almacenes al servicio de establecimientos de hostelería. Me decía recientemente una amiga del blog de sus dificultades para establecer una tienda en el barrio especializada en artesanías textiles. Realmente cuando el entramado comercial se degrada es muy difícil recuperar los tiempos perdidos. Puede que una nueva generación de comerciantes y artesanos vengan a sustituir a aquellos maestros de los viejos oficios.
En el taller de la calle Murillo verán ustedes decenas de viejos relojes de pared procedentes de las casas particulares que confían en Santolaya el arreglo y la conservación de su patrimonio. La tienda es en si misma uno de los mejores espectáculos del barrio.
Así que ya lo saben los vecinos: en la calle Murillo 8, casi en la esquina con Olavide, tienen ustedes, mientras que el cuerpo aguante, al mejor maestro en el arte de la reparación y conservación de relojes antiguos. “Ingleses, franceses, carrillones y autómatas” como reza su tarjeta comercial. Si quieren consultar con Manuel su teléfono es el 914 472 564 y su correo electrónico relojeriasantolaya@telefonica.net
por la zona donde trabajo(proxima a la calle luna.) tambien habia hasta los primeros años 80 muchos pequeños artesanos como torneros,soldadores,etc,etc.Siempre escuche decir a mi padre,que fue un autonomo del comercio como yo,que todos esos negocios se vinieron abajo a raiz de la fuerte presion fiscal que comenzo a finales de los 70.En esos años,se creo el impuesto sobre la renta,algo mas tarde el Iva,la obligada cuota de los autonomos a la seguridad social,etc,y todo esto acabo por asfixiar a estos modestos negocios regentados en su mayoria por una persona o como maximo 2,el tipico padre con su hijo.
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