Acuarela de Mayte Ayuso |
La vida es la calle en movimiento. Una de la tarde de hoy mismo. Un golpe sordo sobre la acera. Parece que algo ha caído desde alguno de los balcones de la casa donde se encuentra el bar La Oliva. La gente mas cercana a la fachada mira hacia arriba. Estamos sentados en la terraza. Un hombre que está hablando por teléfono se acerca a la mesa de al lado y coge unas servilletas de papel del servilletero. Las dos mujeres que están en la mesa se miran extrañadas. El hombre retira un bulto de la acera y lo deposita en la calzada. Al principio pienso que es una paloma. No es extraño verlas aplastadas por los coches. Luego me doy cuenta que el animal muerto sobre la acera es un gatito peludo de color claro.
Pregunto a las chicas que atienden la terraza, por cierto que estupendas personas. Me dicen que el gato ha caído desde el edificio. Inmediatamente se presenta en la terraza una mujer joven. Es la dueña del pobre animal. Se ha debido caer desde un quinto piso. La mujer queda como espantada. No acaba de creerlo. Se tapa la boca conteniendo un grito. Se apoya en la pared. No sabe que hacer. Su rostro está demudado. Vuelve la cabeza de un lado al otro. No soporta la vista del pequeño animal. Creo que sube a su casa con el teléfono móvil pegado al oído. Al rato vuelve con una bolsa de plástico. Recoge el cuerpecillo del gato con un cuidado maternal.
La vida sigue. Solo unos pocos, los mas cercanos, nos hemos percatado del drama que se ha desarrollado ante nuestros ojos. Los músicos ni siquiera se han enterado y han seguido con sus cansinos acordes. La gente empieza a pedir sus menús.
Querido Ángel: ¡Qué pena me dan el gato y su compañera (no pongo dueña porque los gatos no tienen dueños; bastante es si nos dejan vivir con ellos, y ésa es una de sus grandezas! Nosotros vivimos con cuatro, o ellos con nosotros, y extremamos siempre las precauciones con las ventanas, precisamente por eso.
ResponderEliminarMe ha hecho mucha ilusión leerte.
Un fuerte abrazo.
Hola Pablo. Gracias por la visita. Lo mas curioso de todo el asunto es como toda esta escena pasó como si fuese una película muda dentro de la gran película de la vida en la calle. En dos planos superpuestos. El primero, el gran drama privado de la mujer y su gato. Y por detrás la gente sigue fumando, paseando, tomando sus aperitivos, charlando...Yo me encontraba en la tangente de las dos escenas, sin formar parte de ninguna de ellas, como suspendido. Solo puedo contarlo sin añadir ni una sola gota de sentimentalismo.
ResponderEliminarUn abrazo