Cartel anunciador de la Jornadas PATRIMONIO EN ALERTA ROJA |
Me contaba un viejo
maestro de obras de La Granja que la herramienta mas útil para un albañil era
la escoba y la mas odiada la piqueta. Con la escoba se entregan limpias las
obras a sus futuros ocupantes y con la piqueta terminaba la vida útil de un
edificio.
En Madrid faltan
escobas, en días como hoy parece hasta un chiste decir esto, y sobran piquetas.
Es por eso que unos esforzados amantes de nuestra ciudad se conjuraron en 2009
para traer a nuestra ciudad el espíritu crítico necesario para aportar luz y
sentido común a la locura especulativa que por aquellos tiempos se asentaba en
nuestra ciudad.
Una serie de colectivos
culturales, cívicos y sociales formaron una asociación con el nombre de MADRID, CIUDADANÍA Y PATRIMONIO
que nacía “con la intención de defender y
promover el Patrimonio Histórico, Artístico, Cultural y Natural de Madrid, en
un sentido temporalmente amplio que abarque desde el legado del pasado lejano
al de la modernidad.” A trancas y barrancas MCYP ha desarrollado una
brillante labor de denuncia de las barbaridades arquitectónicas que se producen en la ciudad y lo ha hecho muchas veces de la mano del movimiento
ciudadano y enfrentados a todo tipo de poderes económicos y políticos que
vienen declarando a Madrid como ciudad abierta…para el pillaje, la demolición y
los negocios como principal motor de desarrollo.
Alberto Tellería y Vicente Patón, promotores de las Jornadas Patrimonio en Alerta Roja. |
Su labor, muchas veces
silenciada por una prensa dócil al poder, merece el agradecimiento de los
madrileños por encima de clases o de ideología pues al servicio de todos
trabajan los arquitectos, arqueólogos, abogados y otros profesionales que
forman la estructura cotidiana de la asociación.
Hoy como preámbulo a la
celebración de las Jornadas conmemorativas en nuestra ciudad del Día
Internacional del Patrimonio Mundial y cuyo programa mas
detallado lo tienen ustedes en su página web han organizado una pequeña
excursión en autobús para los medios informativos, especialmente para los blogs de
temática madrileña, en la que han dado a conocer- de manera brillante y apasionada- aquellos casos de abandono y
desidia mas ostentosos y estentóreos- u ostentóreos como en feliz hallazgo
diría Jesús Gil- de edificios históricos en los que las administraciones
públicas tendrían mucho que decir por razón de sus valores patrimoniales,
históricos y monumentales y en los que sin embargo la voz de los poderes
públicos se muestra sorda y neutra, en el mejor de los casos o abiertamente
entonada en sentido contrario a los intereses de nuestra ciudad.
No es el caso
extenderme en ese catálogo de despropósitos como los que denuncian nuestros
amigos de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio pero si de permitirme reproducir los
textos y algunas fotos facilitados por Madrid Ciudadanía y Patrimonio pues
nunca viene de más distribuir y dar a conocer los trabajos que desarrollan en beneficio de la comunidad. Ojalá en 1974 una imposible organización- en aquellos tiempos remotos de la dictadura- como MCyP hubiera existido para salvar nuestro mercado de Olavide.
Insisto, por tanto, que los textos y
fotos que van a continuación pertenecen o están recogidos por Madrid,
Ciudadanía y Patrimonio.
1. Frontón Beti-Jai. Calle Marqués de Riscal
Construido en 1893‐94, se trata de uno de los edificios de
espectáculos deportivos profesionales más antiguos del mundo, y el único
ejemplar de frontón “industrial” de esa época conservado en España. Es una obra
de extraordinario valor histórico y artístico diseñada por el arquitecto
laredano Joaquín Rucoba (autor asimismo del mercado de las Atarazanas y la
plaza de toros de la Malagueta en Málaga, y del Ayuntamiento y el Teatro
Arriaga en Bilbao), que se conserva casi intacta, pues nunca fue actualizada
tras abandonarse la actividad para la que estaba prevista, pudiendo reponerse
sin dificultad los escasos elementos dañados o desaparecidos. Declarado B.I.C.
en 2011, está pendiente de un interminable proceso de expropiación municipal y
sufre un constante deterioro sin que las autoridades ejerciten su potestad para
imponer el deber de conservación a los propietarios, ni los suplan mediante la
acción sustitutoria.
Más información en:
2. Palacio de Ustáriz. Mejía de Lequerica,
Beneficiencia. Muy cerca de Santa Bárbara.
Es un valioso palacio del siglo XVIII, que conserva
extraordinarios interiores, con una gran escalinata de tiro único, rodeada por
una galería que da paso a una espléndida enfilade de salones decorados con
elegantes yeserías decimonónicas. Hace años se inició un discutible proyecto de
ampliación y reforma para convertirlo en hotel, que supuso el derribo del
cuerpo de caballerizas hacia la calle de Mejía Lequerica y el recrecido de la
fachada para sacar otra planta bajo una nueva cubierta, y que se interrumpió
por estar la propiedad implicada en la trama del caso Malaya. Tras sufrir un
año de abandono sin tejado y sometido a las inclemencias de la nieve y la
lluvia, se realizó la actual cubierta provisional, estando cerrado desde
entonces. El jardín, que fue un frondoso vergel, ha sufrido una total
degradación y sólo se conservan unos pocos árboles en lamentable estado.
3. Jardines de Pedro
de Ribera. Plaza y calle de Barceló.
Los jardines de Pablo Iglesias se trazan en 1927 en la
trasera del antiguo Hospicio, cuya crujía delantera, patio y capilla se
conservaron para acoger el Museo Municipal, derribándose el resto para crear un
inmenso solar donde construir además un nuevo grupo escolar ‐también llamado de
Pablo Iglesias‐ obra de los arquitectos Antonio Flórez y Bernardo Giner de los
Ríos, que fue inaugurado el 11 de febrero de 1933 por Niceto Alcalá Zamora. En
1932 se instala en los jardines una piscina infantil, y en 1941, tras la Guerra
Civil, se traslada a este lugar la Fuente de la Fama, construida hacia 1730
para Antón Martín por el arquitecto Pedro de Ribera, autor asimismo del
Hospicio, en cuyo honor se rebautizaron los jardines.
El 30 de junio de 1956 se inaugura tras el colegio el mercado
municipal de Barceló, obra del arquitecto José Luis Sanz Magallón que
presentaba la singularidad de utilizar un singular ladrillo patentado por el
arquitecto Miguel Fisac. Por último, en 1967 se instala aquí el monumento a
Mesonero Romanos realizado por el escultor Miguel Blay e inaugurado en 1915 en
el Paseo de Recoletos, que sólo dos años después, en 1969, tuvo que ser
nuevamente desmontado para permitir la construcción del aparcamiento
subterráneo bajo los jardines, siendo reinstalado en 1971. La discutible
necesidad de renovación del mercado (que acogerá un centro comercial al modo
del cercano de San Antón) con la acertada dotación de un nuevo polideportivo,
según proyecto de los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, supuso la
necesidad de levantar una instalación provisional para acoger los puestos
subsistentes en el antiguo, que se realizó mediante una construcción costosa y
espectacular cuyo derribo ahora se cuestiona, amenazando la recuperación de una
de las escasas zonas verdes del barrio.
Más información en:
4. Museo Municipal y
verja. Calle Fuencarral enfrente del Tribunal de Cuentas.
El antiguo Hospicio de Madrid, obra maestra levantada entre
1720 y 1725 por el gran arquitecto churrigueresco Pedro de Ribera, restaurado
por Luis Bellido entre 1924 y 1929 para acoger el nuevo Museo Municipal, y
rehabilitado a partir de 2002 por Juan Pablo Rodríguez Frade, permanece cerrado
desde el comienzo de las obras en 2005, sin que a día de hoy se anuncie fecha
para su reapertura, cuando se trata de una institución clave para conocer y
apreciar la historia y el patrimonio madrileño.
Entre tanto se ha “encerrado” su fachada tras una tupida reja
que impide valorar precisamente aquello que pretende proteger, pues ya no hay
manera de ver toda la fachada en su conjunto.
Más información en:
5. Corredera de San
Pablo 20.
Se trata de un conjunto de edificios construidos entre los
siglos XVII y XIX con fachadas a las calles de Corredera Baja de San Pablo, nº
20, y Barco, nº 39, que pasaron entre 1750 y 1765 a pertenecer a la Orden de
Malta, cuyo escudo coronado preside la portada hacia la Corredera, siendo
conocido popularmente como “el hospitalillo”, quizás en referencia a algún uso
sanitario no documentado. Tras la desamortización de bienes eclesiásticos fue
reconvertido al uso residencial, contando entre sus habitantes a Ana Ruiz,
madre de Antonio Machado, que se mudó a este inmueble en 1909. En 1991 fue adquirido
por el Ayuntamiento por su valor histórico‐artístico y para compensar el
déficit de dotaciones en el barrio, desalojando progresivamente hasta 2008 a
las entidades y particulares que lo ocupaban, para al final ponerlo
infructuosamente a la venta al año siguiente. Mientras tanto, el edificio
permanece abandonado y degradándose a pesar de sus valores como muestra
extraordinaria de una tipología original del siglo XVII de la que ya quedan
escasos ejemplos en la capital; sin que el consistorio atienda a la propuesta
efectuada por un colectivo de ciudadanos y profesionales para restaurar el
conjunto mediante un proyecto de autogestión que lo pondría al servicio
público.
Más información en:
6. Cine Capitol.
Gran Vía.
El edificio Carrión o Capitol, como es comúnmente llamado,
fue construido por los arquitectos Luis Martínez‐Feduchi y Vicente Eced entre
1931 y 1933, siendo inmediatamente reconocido como una obra maestra absoluta de
la arquitectura moderna madrileña, a caballo entre el racionalismo
expresionista de raíz germánica y el Art Déco, por lo que ya en 1934 mereció
una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes a pesar de su novedad estilística
frente al academicismo todavía imperante, colocándose en diciembre una placa en
honor de Enrique Carrión por “haber dotado a Madrid del soberbio edificio de su
nombre”. Sin embargo, con los años su hermosa fachada quedó completamente
desfigurada tras una maraña de rótulos de neón que aprovechaban su ventajosa
posición en proa dominando la Gran Vía, y de la que sólo se liberó en tiempos
recientes. Paradójicamente, esta invasión publicitaria amenaza nuevamente al
edificio (aunque ahora mediante pantallas luminosas de LED’s), pues el
Ayuntamiento es favorable a permitir su instalación, mientras que la Dirección
General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid retrasa
indefinidamente el proceso para su incoación como Bien de Interés Cultural, que
fue solicitado por el COAM (Colegio de Arquitectos de Madrid).
Más información en:
7. Plaza de Callao
Al igual que el vecino edificio Capitol, la plaza del Callao
se ve amenazada por la autorización para instalar pantallas luminosas en los
edificios de la FNAC y El Corte Inglés, obras respectivas de los prestigiosos
arquitectos Luis Gutiérrez Soto, y Luis Iglesias y Antonio Perpiñá con la
colaboración de Javier Feduchi para la decoración interior, y que vendrían a
sumarse a las ya instaladas en el vecino Cine Callao, obra maestra Art Déco muy
maltratada, también de Gutiérrez Soto. Estas pantallas no sólo degradan la
imagen arquitectónica de la ciudad, sino que coartan el derecho de los
ciudadanos a disfrutar libremente del espacio público, pues con su continuo
movimiento atraen su atención incluso contra su voluntad, pudiendo incluirse
dentro de la creciente tendencia a privatizar lo que es de todos, en este caso
un paisaje urbano de carácter histórico.
Más información en:
8. Palacio de la
Música. Gran Vía.
El Palacio de la Música fue construido entre 1924 y 1928 por
el arquitecto Secundino Zuazo como sala para espectáculos, principalmente
musicales como su nombre indica; siendo desde su inauguración unánimemente
alabado por crítica y público por sus valores artísticos y arquitectónicos.
Reformado tras un incendio, terminó siendo dedicado casi exclusivamente a
proyecciones cinematográficas, por lo que fue muy bien acogida la propuesta de
Cajamadrid de comprarlo para recuperar su uso original como sala de conciertos,
dada la carencia de instalaciones de este tipo que presenta nuestra ciudad. Sin
embargo, la escandalosa crisis hipotecaria y bancaria amenaza este objetivo,
pues Bankia (la antigua Cajamadrid) ha decidido poner a la venta el edificio,
que podría terminar acogiendo la tienda insignia de alguna conocida marca de
moda, en total disonancia con la tipología del inmueble, que por su traza sólo
debería admitir su uso para espectáculos, y con su inicial destino cultural. A
instancias del ciudadano Fran Hernández y con el apoyo de varias entidades
culturales entre las que se encuentra Madrid, Ciudadanía y Patrimonio se ha
solicitado la incoación BIC del inmueble sin que hasta el momento haya habido
ninguna respuesta de la Dirección General de Patrimonio, en tanto que el
Ayuntamiento ha dado su aprobación para sustituir el uso cultural por el
comercial, lo que supone una amenaza de destrucción de esta magnífica sala.
Más información en:
9. Operación
Canalejas.
Se trata de un conjunto de siete edificios enclavados entre
las calles de Alcalá, Sevilla, plaza de Canalejas y Carrera de San Jerónimo,
amenazados por un proyecto de transformación que pretende unificarlos en un
único inmueble de uso comercial y hotelero. Cronológicamente, el primero fue
levantado entre 1887 y 1891 por la aseguradora norteamericana Equitable como
sede de su filial La Equitativa, combinando oficinas, comercio y viviendas
según un proyecto del arquitecto catalán José Grases (condiscípulo de Gaudí y
autor de hitos de la arquitectura madrileña como el modernista palacio Longoria
‐hoy sede de la SGAE‐ o el monumento a Alfonso XII en el Retiro), que supo
aprovechar su espectacular posición en proa entre las calles de Sevilla y
Alcalá para crear una obra emblemática, tanto por su traza como por su calidad
constructiva y material. Entre 1920 y 1922 fue remodelado por el arquitecto
Joaquín Saldaña (máximo representante de la arquitectura aristocrática del
reinado de Alfonso XIII, con obras tan singulares como el palacio de la condesa
de Adanero de la calle de Santa Engracia), para convertirlo en sede del Banco
Español de Crédito, eliminando los locales comerciales y aquellos elementos
decorativos característicos de la anterior empresa propietaria. Veinte años más
tarde, entre 1942 y 1945, fue remodelado por los arquitectos Javier Barroso y
Fernando Cánovas del Castillo, que diseñaron un magnífico patio de operaciones
rodeado de lesenas de mármol con capiteles corintios broncíneos y cerrado por
una gran vidriera de Maumejean, y diez años después, entre 1954 y 1955,
desmontaron el piso de ático y la torreta de la esquina para interpolar respetuosamente
una nueva planta sin desfigurar el suntuoso alzado original.
A este edificio siguió la construcción del Banco Hispano Americano
entre la carrera de San Jerónimo y la calle de Sevilla, realizada entre 1902 y
1905 por el arquitecto Eduardo Adaro (autor del Banco de España) combinando la
sede bancaria en planta baja con el uso residencial en las plantas superiores.
El edificio resultante presenta una gran fachada cóncava de desarrollo
longitudinal hacia la plaza de Canalejas caraterizada por la extraordinaria
riqueza de los oficios decorativos, como rejería o cantería, en la que colaboró
el gran escultor José Alcoverro (autor de las estatuas sedentes de Alfonso X y
San Isidoro en la escalinata de la Biblioteca Nacional), que aportó además las
figuras de El Cálculo y La Economía que flanquean la puerta principal. Entre
1940 y 1944 el edificio fue ampliado por el prestigioso arquitecto bilbaíno
Manuel Galíndez (especialista en arquitectura bancaria español y autor de la
cercana sede Art Déco del Banco de Vizcaya en la calle de Alcalá), que no dudó
en repetir a lo largo de la carrera de San Jerónimo el esquema compositivo
ideado por Adaro, aunque en el interior implantó un soberbio patio de
operaciones de doble altura, con pilastras marmóreas y capiteles corintios
cerrado por una gran montera de vidrio. Sucesivas ampliaciones de este edificio
implicaron la absorción en 1942 del antiguo Banco Sainz de la calle de Alcalá
nº 12, un inmueble de 1885 que fue demolido para sustituirlo por la edificación
actual, y al año siguiente del antiguo Credit Lyonnais del nº 8 de la misma calle
con fachada a la carrera de San Jerónimo nº 7, construido por José Urioste
entre 1904 y 1907, y remodelado para adaptarlo a su nuevo uso, creando un conjunto
de enorme complejidad en su distribución que todavía se extendió con un nuevo
edificio hasta el vecino nº 6.
A estas edificaciones hay que sumar además la antigua sede
del Banco Zaragozano, diseñado en 1936 por el arquitecto Roberto J. Ochoa y
terminado en 1943, que contiene las mejores rejerías exteriores e interiores
Art‐Déco de Madrid, un friso escultórico del reputado escultor catalán Federico
Marés en la fachada, y un magnífico techo‐vidriera del mismo estilo Art‐Déco
cerrando su patio de operaciones.
La voluntad del Banco Santander (dueño final del conjunto tras
la absorción de las diversas entidades que lo ocupaban) de obtener la máxima
rentabilidad de su propiedad amenaza seriamente sus valores históricos y
artísticos, pues ha obligado a retirar la declaración de Bien de Interés
Cultural (BIC) que protegía el Banco Hispano Americano desde 1999, para otorgársela
nuevamente reducida sólo a la fachada y algunos elementos de la primera crujía,
de modo que pueda destruirse el soberbio patio de operaciones de Galíndez.
Igualmente se ha reducido a la primera crujía la protección prevista en la incoación
como BIC de La Equitativa; al tiempo que se modificaba el Plan General de
Ordenación Urbana para permitir la agregación de parcelas (que estaba expresamente
prohibida para evitar que se desvirtuase la interpretación arquitectónica
individual de los edificios históricos), hay que sumar la presentación en los
medios de un proyecto de conversión del conjunto en centro comercial y hotelero
promovido por OHL (Villar Mir) y diseñado por el estudio Lamela, que pretende
recrecer los edificios con hasta tres plantas de altura y modificar las
fachadas (a pesar de la declaración BIC) mediante la retirada y traslado de
rejas, la instalación de marquesinas, y la apertura de tiendas con sus
correspondientes rótulos publicitarios; culminando así un expolio patrimonial
expresamente penado en la Constitución.
Más información en:
10. Puerta del Sol
La Puerta del Sol es el resultado de un larguísimo proceso
constructivo que transformó un ensanche de arrabal, donde confluían las calles
Mayor y Arenal en la puerta de muralla así nombrada, en el centro neurálgico de
la capital; culminado entre 1857 y 1862 con la disposición semicircular actual
que todos conocemos, que presenta la singularidad de ofrecer una imagen
unificada a pesar de que los edificios
que la configuran fueron realizados por distintos promotores
y arquitectos. Como corresponde a este prestigioso modelo, se diseñó con una
gran sobriedad de mobiliario urbano, limitado a las farolas y la gran fuente
decorativa central, pero prescindiendo de los árboles al modo en que lo hacen
otras plazas europeas, desde la parisina Place Vendôme, a la romana Piazza
Navona, o la mismísima de San Pedro, dominadas por su carácter arquitectónico.
Por desgracia, con el tiempo este gran “salón” urbano fue desfigurado por la
proliferación de instalaciones como salidas de metro, paradas de autobús,
cabinas y quioscos, además de un creciente tráfico que obligó a ejecutar en
1950 una nueva ordenación con una isleta central con dos fuentes, y en 1986 una
segunda que inició el proceso de su peatonalización definitiva, ampliada
sucesivamente con el cierre completo al tráfico de las calles Montera y Arenal
y el parcial de la de Alcalá. Como resultado fue nuevamente remodelada hace
sólo cuatro años, por lo que resulta incomprensible que un Ayuntamiento endeudado,
que tiene dificultades incluso para sufragar los servicios públicos
imprescindibles, propicie una nueva reforma bajo el paraguas de un concurso de
ideas promovido por el COAM, que parece únicamente esconder otra propuesta para
privatizar un espacio público emblemático mediante la instalación de terrazas y
chiringuitos turísticos.
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11. Teatro de la
Comedia. Calle Príncipe.
El Teatro de la Comedia fue proyectado en 1875 por el
arquitecto Ortiz de Villajos (autor del Teatro María Guerrero y del antiguo
Circo Price) en el interior de un inmueble
de viviendas, por lo que su apariencia externa apenas denota la existencia de
un edificio singular, aunque su interior destaca por la novedad de usar ligeros
antepechos de fundición en palcos y graderíos, así como por su profusa decoración
colorista de estilo neo‐árabe. En 1915, tras un incendio, el arquitecto
municipal Luis Bellido reconstruyó en seis meses el interior respetando su
decoración y configuración originales. Por su importancia arquitectónica está
catalogado con la máxima protección, como Singular, en el Plan General de
Ordenación Urbana de Madrid. En 2010 comenzaron las obras de rehabilitación y
restauración con proyecto de A&N Araujo y Nadal arquitectos, que están a
punto de culminar, pues ya se está reponiendo el lienzo de techo cuidadosamente
restaurado en los Talleres Granda, pues según la licencia municipal concedida
se deberán reponer todos los elementos decorativos que fue necesario desmontar
para posibilitar los trabajos. Sin embargo, en este momento y dado el tiempo
transcurrido no parece que las obras vayan a buen ritmo por la escasa dotación
económica. Por ello causa sorpresa la convocatoria del concurso publicado en el
BOE el pasado día 22 de octubre para “motorización y arrolladores de escenario”
por importe de 2.500.000 €. ¿No es más importante completar la restauración de
un edificio protegido que invertir esta enorme cantidad de dinero público en
los accesorios de un teatro inacabado? Solicitada visita al INAEM con motivo de
estas Jornadas no nos ha sido facilitada al estar el teatro en obras, pero
según nos informa ese organismo, está previsto que la restauración finalice en junio
de 2014.
Más información en:
12. Museo Ambasz.
Paseo del Prado.
Se trata de una desvergonzada propuesta realizada por el
arquitecto argentino Emilio Ambasz, que ha pedido al Ayuntamiento de Madrid que
le ceda un correctísimo edificio de los años cuarenta del pasado siglo en el
Paseo del Prado y casi enfrente de el Museo homónimo, para que él pueda
derribarlo y levantar allí a su costa (¡faltaría más!) “su” propio museo de la
Arquitectura (cuyos fondos nos son desconocidos, pero que imaginamos serán las
propias obras del promotor, que hace poco también expuso pagando de su propio
bolsillo exposición y montaje, en el Museo Centro de Arte Reina Sofía).
Sorprende que esta propuesta, que incide una vez más en la cesión a
particulares de edificios y espacios públicos, haya sido bien recibida por una
corporación municipal que mantiene cerrado desde hace años el antiguo Museo
Municipal (actual Museo de Historia) con sus valiosísimos fondos de planos y vistas
de la arquitectura madrileña.
13. Teatro Calderón.
Plaza Jacinto Benavente.
El teatro Calderón fue construido entre 1915 y 1917 por el
arquitecto Eduardo Sánchez Eznarriaga (especialista en esta tipología) como
teatro Odeón, destacando por su atrevida disposición en diagonal (que sacaba el
máximo provecho a un difícil solar romboidal entre la plaza de Benavente y la
futura calle del Doctor Cortezo) y el uso pionero del hormigón armado en su
estructura, así como por sus modernas instalaciones y su suntuosa decoración;
por lo que mereció ganar uno de los tres premios concedidos por el Ayuntamiento
de Madrid a los mejores edificios terminados en 1917. Al año siguiente pasó a
manos del Centro de Hijos de Madrid, que lo rebautizó como teatro del Centro,
obteniendo su actual denominación de teatro Calderón tras un nuevo cambio de
propiedad en 1927. Sin embargo, a pesar de su valía arquitectónica y su ya
larga historia, en la actualidad presenta un aspecto lamentable, habiendo
perdido muchos de los elementos decorativos originales, como la escultura que
coronaba la fachada a la plaza de Benavente, casi toda la ornamentación del
torreón de esquina o la balaustrada perimetral del balcón del piso principal,
desmontada a raíz de un trágico desprendimiento en 1999, sin que las
administraciones ni la propiedad muestren el menor interés por recuperar en su
integridad el aspecto original de esta joya arquitectónica.
14. El Imparcial.
Calle Duque de Alba
La sede del periódico El Imparcial fue levantada entre 1911 y
1913 por el arquitecto Daniel Zavala para sustituir otra inaugurada pocos años
antes ‐en 1889‐ en la calle de Mesonero Romanos, que tuvo que demolerse con
motivo de las obras de apertura de la Gran Vía. El nuevo edificio en la calle
del Duque de Alba contaba con una parte de oficinas y representativa hacia la
calle y amplios talleres para las rotativas en un patio cubierto interior, que
en 1933, tras el cierre definitivo del periódico, fue remodelado para acoger
una sala de cine, conservando los muros perimetrales y la volumetría original.
En la actualidad se ha presentado una solicitud para demoler
esta sala cinematográfica y sustituirla por un inmueble de cuatro alturas y uso
terciario, lo que supondría una nueva merma en el número de espacios culturales
de nuestra ciudad y una inevitable afección a su patrimonio histórico pues no
sólo se vería afectada la imagen del propio inmueble (catalogado con nivel 1 de
protección, grado Integral), sino de otros colindantes, como la Casa de la
Duquesa de Sueca.
15. Casa de la
Duquesa de Sueca
Este edificio es la única obra conocida del arquitecto
neoclásico Antonio de Abajo (discípulo y colaborador habitual de Juan de
Villanueva), y fue construido en 1791 como escuela para “los hijos de los
criados de S.M” en los terrenos de los Reales Estudios de San Isidro (antes
Colegio Imperial de los jesuitas y luego Instituto de San Isidro), pasando
posteriormente a propiedad de los Duques de Sueca que le han dado su nombre
popular; aunque ya en 1836 recuperó su uso docente, primero como “Escuela
normal de enseñanza mutua” y luego como “Colegio de Humanidades de Francisco
Serra” hasta 1857; acogiendo desde 1859 y hasta más allá de 1900 el primer
cuartel madrileño de la Guardia Civil. Reconvertido en inmueble residencial, su
mal estado de conservación unido a su gran valor histórico‐artístico
propiciaron su expropiación por el Ayuntamiento en 1998 –hace ya quince años‐,
sin que desde entonces se hayan ejecutado las imprescindibles obras de
rehabilitación que garanticen su integridad constructiva, más allá del apeo y
apuntalado de muros y forjados. Como resultado, este mismo año se inició un
expediente de ruina para permitir el derribo de algunas partes del inmueble a
pesar de contar con protección Integral en el PGOUM; habiendo sido paralizados
los trabajos por orden judicial.
Más información en:
16. Campo de la
Cebada
El Campo de la Cebada ocupa el solar del antiguo
polideportivo municipal de La Latina, obra de 1968 del arquitecto Antonio
García de Arangoa, que fue precipitadamente demolido en 2009 para dejar paso a
unas instalaciones nuevas que nunca llegaron a construirse. Ante la situación
sobrevenida el Ayuntamiento ha optado por integrar la nueva dotación dentro de
un nuevo y enorme centro comercial cuya construcción exige demoler el vecino
mercado de la Cebada, levantado entre 1959 y 1962 por el arquitecto José Mª
Martínez Cubells con el propio Arangoa para sustituir al magnífico mercado de hierro
construido entre 1868 y 1875 ocupando la plaza de la Cebada, un gran espacio
público abierto de origen medieval, que de realizarse la propuesta municipal
pasaría a ser definitivamente privatizado, al igual que los mercados de San
Antón o Barceló, pero con la diferencia de que éstos se levantaron sobre
solares urbanos y no en plazas públicas. A esta operación se oponen diversos
colectivos y grupos vecinales que no entienden la necesidad de demoler una
infraestructura todavía en buen estado ‐y de gran interés constructivo gracias
a sus bóvedas baídas de hormigón pretensado‐ y que puede remodelarse para
adaptarla a los nuevos tiempos, ya sea con su uso actual o atendiendo a otras
necesidades. Pues si el modelo de los mercados de abastos municipales ha
quedado obsoleto –según el Ayuntamiento‐ ante la competencia de las grandes
superficies hasta el punto de que muchos están abocados al cierre por falta de
demanda, ¿qué sentido tiene construir sobre un espacio público un centro comercial
que ya no es necesario, puesto que los vecinos se abastecen en los ya
existentes en el barrio y por eso han dejado de acudir al mercado? ¿No sería
más lógico en este caso rehabilitarlo para acoger el uso deportivo
desaparecido, incluso combinado con una galería comercial de pequeños puestos
adaptada a la reducida demanda actual? En cualquier caso, no deja de resultar
un derroche económico en tiempos de penuria, y una agresión medioambiental
innecesaria, el derribo de edificios aprovechables y con interés arquitectónico
para sustituirlos por otros a la moda, pero que con el tiempo también caerán en
la obsolescencia; sin que tampoco se entienda el interés municipal por promover
centros comerciales privados en edificios y solares públicos y fuera de las leyes
del mercado, en lugar de atender a las necesidades culturales, educativas, o
sanitarias que sí son de su incumbencia.
Más información en:
17. Vistillas. La
Cornisa
Los jardines del Seminario Conciliar, donde la Iglesia
pretende construir con la connivencia municipal un conjunto de equipamientos
que ha sido bautizado popularmente como el “minivaticano”, son quizás los más
antiguos de Madrid junto con los de la cercana Casa de Campo, pues ya en 1563
están documentados como propiedad de la princesa de Melito, formando desde
entonces parte indisociable de la cornisa urbana que define el paisaje
madrileño desde el Oeste. Sin embargo, su máximo esplendor sólo lo alcanzaron a
finales del siglo XVIII y primera mitad del XIX, cuando se convierten en el
primer jardín de estilo paisajista de la capital, trasunto urbano de la finca
que sus propietarios de entonces, los Duques de Osuna, poseían cerca del pueblo
de Barajas, conocida como El Capricho o La Alameda de Osuna; presentando ambos
innumerables similitudes en trazas, edificaciones, materiales y plantaciones.
Además, el cierre perimetral de la finca, situada en el borde mismo del casco
urbano, constituye el tramo más antiguo, extenso y mejor conservado de la Real
Cerca de Felipe IV que circundaba la Villa y Corte, contando con la más elevada
protección legal, que comparte con edificios vecinos como la capilla de la
Venerable Orden Tercera, el templo de San Francisco el Grande (cuyo convento
yace arruinado y sin excavar bajo una dalieda creada apresuradamente para
favorecer la operación eclesiástica), o el propio Seminario. Hace dos años se
pidió la declaración BIC del jardín del Seminario y su entorno, sin que se haya
iniciado la menor acción en ese sentido por la Dirección General de Patrimonio
Histórico, alegando que el Plan para construir sobre el jardín está pendiente
de la sentencia del Tribunal Supremo sobre un recurso de casación interpuesto
por el Arzobispado y el Ayuntamiento contra el fallo del Tribunal Superior de
Justicia de Madrid, que declaró por dos veces ilegal el Plan ante dos demandas
presentadas por la Asociación de Amigos de la Cornisa Vistillas y por el PSOE
de Madrid.
Más información en:
18. Puerta del Rio.
Casa de Campo.
Con la atolondrada operación de soterramiento y mejora del
tráfico rodado enmascarada bajo el nombre de Madrid Río se produjo una grave
afección a los límites de la Casa de Campo, pues la nueva vía subterránea
modificó por completo –realzándola‐ la cota del terreno que bordea el antiguo
cazadero real. Como consecuencia quedó a un nivel inferior la antigua puerta de
entrada a la posesión desde el puente del Rey, proyectada para José I Bonaparte
por el gran arquitecto neoclásico Juan de Villanueva (autor del Museo del Prado
y el Oratorio del Caballero de Gracia) dentro de un ambicioso esquema que
conectaba este parque con el Campo del Moro mediante un túnel bajo el paseo de
la Virgen del Puerto, que se prolongaba por un puente privado sobre el lavadero
de la Reina (obra también de Villanueva) y el río Manzanares; y que fue
definitivamente llevado a la práctica por su discípulo Isidro González
Velázquez (autor del Obelisco del Dos de Mayo en el Paseo del Prado). Para
resolver la situación, se autorizó en 2009 el traslado y la modificación de la
antigua puerta, que en 1934 había sido ampliada hacia el Sur –triplicándola‐
por el arquitecto Manuel Álvarez Naya para permitir el acceso a la antigua
posesión real tras ser cedida en 1931 al pueblo de Madrid por la Segunda
República, y que en 1948 había incorporado a ambos lados los pilonos que antaño
sostenían la reja de cierre del puente. De este modo se modificó completamente
el trazado original, pues sólo se conservaron las pilastras del antiguo cierre,
pero desplazándolas para colocarlas formando un absurdo semicírculo en el
extremo del puente, perdiendo en el proceso las magníficas rejas de forja
(incluida la decimonónica original de González Velázquez), las curiosas farolas
republicanas (idénticas a las fernandinas pero rematadas por corona almenada en
vez de real), e incluso los pilonos cilíndricos antes citados, que yacen
olvidados en los talleres municipales de cantería. Además hay que reseñar el
abandono en que yace la propia casa que dio nombre al lugar, y que es el
antiguo palacete renacentista comprado a los Vargas por Felipe II, reformado
por el arquitecto italiano Francisco Sabatini (autor de la Puerta de Alcalá)
para Carlos III, sin que tampoco prospere la definitiva restauración de las
vecinas grutas (únicas en nuestro país) emprendida en 1996, ni la del hermoso
jardín del Reservado, propuesta desde 1990.
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