27 de mayo de 2012

EL BRILLANTE, LA CATEDRAL DEL BOCATA DE CALAMARES

Primer establecimiento en Madrid de la enseña El Brillante, en la calle Eloy Gonzalo



Alfredo Rodríguez llega a Madrid con una maleta de cartón atada con cuerdas. Deja su pueblo natal de León, Campillo, en el valle del Esla, y se establece en Madrid. Hablamos de poco antes de la guerra civil española. Tiene Alfredo cuando empieza el conflicto poco más de diecisiete años. Uno de los muchos trabajos que emprende en la dura posguerra es el de camarero en el bar La Joya. Es allí donde aprende bien el oficio y se percata del futuro del negocio madrileño de la restauración popular.

Sabe que la cosa consiste en armar a la vista de los clientes bocadillos de todo tipo. Preferiblemente calientes y que puedan sustituir la comida tradicional. Con ello da una vuelta de tuerca al concepto de taberna madrileña y acercarse al de snack bar a la americana. Esa fusión del bar y la taberna con un servicio de barra y cocina rápida-freiduría- al instante ahora nos puede parecer normal, pero entonces era toda una revolución en las formas de organizar el negocio de la restauración. Acierta con el concepto, una especie de fast food avant la lettre. Y mucho más acierta al convertir el bocadillo de calamares en el producto mas querido por el público de Madrid.

Su primer establecimiento lo abre en la calle Eloy Gonzalo, a espaldas de la Plaza de Olavide y a un paso de Quevedo. Estamos en 1953. Luego vendrán otras aperturas. Atocha, Bravo Murillo y Vallecas. Alfredo tiene un sentido muy moderno de las relaciones laborales y sabe como ganarse la lealtad y la confianza de sus empleados. Siempre paga por encima de la media y garantiza, a poco que el trabajador cumpla, seguridad en el trabajo y un trato familiar. Algunos del barrio todavía se acuerdan del señor Lorenzo, uno de sus primeros empleados con tanta devoción al trabajo que hasta dormía en el local.

Alfredo introduce otra novedad en sus establecimientos. Instala en ellas churrerías propias con lo que ofrece los desayunos y meriendas tradicionales madrileños en las mejores condiciones de calidad.

Alfredo Rodríguez muere en los años 90, no se precisar la fecha pues me ha sido imposible entrevistar a su hijo y sucesor, también llamado Alfredo. El caso es que con su desaparición el negocio queda dividido entre sus hijos. Alfredo Rodríguez se queda con los negocios de Atocha y con el de Eloy Gonzalo. Cuentan los que le conocen que Alfredo, hijo, es un devoto seguidor del estilo de trabajo de su padre. Esforzado, leal con su gente y siempre dispuesto a ponerse manos a la obra sin que se le caigan los anillos.

El negocio ya no es el de antes. La fórmula no resulta tan novedosa y hoy los mercados de la restauración rápida están muy fragmentados. Pero el bocadillo de calamares sigue siendo un estándar popular. Otra cosa es que el concepto global ha dejado de resultar moderno. Sufren los bares como El Brillante lo mismo que el conjunto del gremio de la hostelería tradicional madrileña.

Pero bueno, nosotros a lo que vamos, en nuestro barrio, nació El Brillante. Generaciones de vecinos han parado y hecho fonda en el bar de la esquina de Eloy Gonzalo con Cardenal Cisneros. La catedral del bocadillo de calamares…un respeto.

ACTUALIZACIÓN 3 DE JUNIO 2012


Coincide que hoy, 3 de Junio, en El Brillante se celebra el día dedicado a Médicos sin Fronteras. Un día del año toda la recaudación del bar se entrega íntegramente a esa organización no gubernamental. 





ACTUALIZACIÓN NOVIEMBRE 2014

El bar El Brillante de Eloy González cierra. Como muchos de vosotros conoceis a mediados de Diciembre, poco más de un mes queda, cerrará definitivamente el bar El Brillante de la calle Eloy Gonzalo. Con ese cierre desaparecerá una institución del barrio. Ese bar donde todos hemos desayunado o merendado churros o porras infinidad de veces, Donde nos hemos metido para el cuerpo unos cuantos bocatas de calamares o donde hemos comprado los domingos el reglamentario pollo asado. Las circunstancias del negocio como la desaparición de la prórroga de la ley Boyer de alquileres antiguos y cambios sociales que a nadie se le ocultan la propiedad del negocio cree imposible el mantenimiento del mismo. No sabemos que pasará con el personal, si se logrará recolocar en otros establecimientos de la cadena o si quedarán en la calle.

Se están recogiendo testimonios de los vecinos de agradecimiento a las personas que han estado siriviendo desde el bar a multitud de vecinos del barrio. Si quieres colaborar entra en el grupo "NO ERES DE CHAMBERÍ SI...". También puedes dejar tu testimonio en esta página.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo recuerdo desde quiza 1978,un clasico del barrio.Buenas raciones,buenos bocatas sobre todo de calamares.Muchos domingos,en casa,recurriamos a la comida preparada de ellos.La ensaladilla,tortilla,albondigas y demas estaban deliciosas.miguel

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