La calle de Bravo Murillo a la altura de José Abascal. En la esquina del primer depósito del Canal de Isabel II que el político isabelino promovió. |
Subía esta tarde por la acera de los pares de Bravo Murillo justo
en el momento en el que el sol apuntaba sobre la estatua del prócer que da rótulo
a la calle, de manera tal, que su sombra parecía decapitada.
Tal casualidad solar me ha hecho preguntarme sobre la vida y
la obra del político titular de tan larga y populosa calle.
Don Juan Bravo Murillo--1803-1873-- no ha tenido buena suerte en los
libros de historia. Eso de ser un andaluz extremeño o un extremeño andaluz por
haber nacido en un pueblo- Fregenal de la Sierra- disputado administrativamente
por las dos regiones en el siglo XIX o la de haber sido proclamado como el mas
reformista de los políticos moderados al tiempo que el mas reaccionario entre
los conservadores, puede que no le ha haya deparado estar bien visto en el panteón
de los ilustres políticos de nuestra época moderna, hombres aquellos de una pieza.
Eran tiempos para personajes de rasgos heroicos o
cuando menos aparatosos. Espartero y los héroes liberales que llenan las
pinacotecas del siglo. Narváez y los espadones reaccionarios. Entre ellos Bravo
no dejaba de ser un funcionario del
Estado preparado para manejar el gobierno pero poco dotado para el gesto
poderoso del líder popular o del tirano. Además era un caballero, al margen de
su conservadurismo apostólico, defensor a carta cabal de la supremacía del
poder civil sobre los militares y por lo que cuentan algunos estudios como el
de Carlos Seco Serrano en su libro “Historia del conservadurismo español”, un
hombre honesto, cosa rara entre los políticos de su cuerda caracterizados por
el abuso y el aprovechamiento personal del poder.
Hoy que vivimos en un momento de cambio se echan en falta
políticos de derecha con la capacidad de promover reformas y tomar iniciativas
al servicio del país por encima de los cortos intereses de sus patrocinadores
ideológicos. Mucho peor, incapaces de hacer frente a los logreros y los
oportunistas que llenan las filas de sus formaciones. Ahora le vendría bien al
PP contar con algún que otro Bravo Murillo en sus filas.
La estatua de Bravo Murillo es obra de
Miguel Ángel Trilles y fue inaugurada en 1902. Su primer emplazamiento
estuvo en la glorieta de Bilbao. En 1963 pasó a su actual localización. Esto del cambio de localización de las estatuas y sus bailes y desplazamientos es muy propio de nuestro municipio. Aquí no se quedan quietos ni los muertos. Afortunadamente Madrid es una ciudad muy viva. En este caso yo creo que el cambio tiene su lógica. Uno de los proyectos mas reconocidos de nuestro Bravo Murillo fue el del Canal de Isabel II. Esperemos que no tenga que asistir el pobre a la privatización de una obra tan querida por los madrileños. Se quedará de piedra si el nuevo presidente González consigue al final su gran proyecto. Unos crean, otros dilapidarán. Así es la vida. El abuelo crea un imperio, el hijo lo desarrolla y el nieto se lo pule.
Foto retomada de la web Nosolometro. |
1 comentario:
Es un gusto leerte y aprender cosas del barrio. Gracias.
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