31 de marzo de 2011

De la vida cotidiana en Olavide allá por 1940


Acuarela de Vicente Pastor Calpena. Plaza de Olavide esquina a Murillo. Años 40. 


Doña Luisa tiene un compromiso familiar y tiene que alojar durante unos días en casa a los primos de su marido que vienen del pueblo. No le queda mas remedio que pasar por fuera del mercado y comprar a las estraperlistas. A una el pan blanco, por la esquina de Jordán una botella de aceite. Mas tarde azúcar y algo de fruta. Ha encargado para la mañana un redondo de ternera a uno del mercado. Se lo llevarán a casa. Estos días, el inspector del fielato no deja pasar ni una. Que le vamos a hacer. La cartilla de racionamiento da para lo que da.

En la tienda de Antonio Granda las sardinas tienen un tufo a aceite rancio que marea. Le ha mandado su madre a por unos macarrones y a por una libra de chocolate del duro. Le ha dicho que si no tienen el chocolate que vaya a la Bomba en Cardenal Cisneros o a la Esperanza. Tiene que acordarse de entrar en la tienda de bicis de Trafalgar para comprar unos parches para la suya. Y de paso comprar un trozo de jabón verde en la tienda de los Sánchez.

Pascualín no ha abierto todavía su tienda de lanas. Seguro que está de charla con Satán el de la droguería de enfrente. O se habrá metido a cotillear con las niñas de Cabrejas. Bueno, ya vendré mas tarde se dice Ramón. Va a toda prisa a dejar el cacharro  a que se lo estañen los gitanos. De paso preguntará si les sobra algún paraguas de los que arreglan. Que calor, la lona verde del puesto de melones está todavía echada. Se ve que el de Villaconejos se ha dormido tarde. Este hombre no es tan espabilado ni tan trabajador como el que pone el carrito de fresas de Aranjuez por la primavera en la esquina de Santa Feliciana. Pero los melones y las sandías son agua y azúcar.

¿Y para que querrá el abuelo el betún de Judea? Tanta manía de reparar todo, de dar la vuelta a la ropa de abrigo, de ponerle suelas a los zapatos. A Manolín le encanta el olor de la droguería La Popular, la de la casa de la bomba. Y los cajones del feldespato, de la laca, de la goma. Se tiraría las horas muertas viendo con qué rapidez cambian las pesas en el plato de las balanzas. Pero no tiene tiempo, tiene también que ir a la cacharrería del tío Miserias a por una jarra de barro para el aceite usado. Ese que guardan para hacer jabón en casa con la sosa caústica. Le encanta el espectáculo. Siempre lo hacen para Diciembre. Justo pata cuando la plaza se llena de pavos revoloteando de esquina en esquina.

La Goya tiene ya dos pescaderías. Una en el mercado y otra en la esquina de Trafalgar, justo al lado del Maracaná que acaba de abrir y suceder a la tienda de vinos que está abierta desde hace la tira de años. El Maracaná es el primer bar moderno de la plaza. Por Cardenal Cisneros quedan muchas tabernas de toda la vida. Pero el Maracaná es otra cosa.

La semana que viene es la virgen del Carmen y toda la plaza se llenará de música. La verbena del Carmen. Limonadas en la corrala de Trafalgar. Las calles llenas de farolillos. La música de los organillos dando el ritmo a los bailes. Los niños recién peinados seguirán la procesión por las calles hasta recoger a la virgen en Santa Teresa y Santa Isabel.

Se ha hecho de noche y Sotero saca a las vacas del establo de la calle Sagunto. El ruido de los cencerros se confunde levemente con el piano de Juanita. Parece una pieza de música moderna.

NOTA FINAL

Todos los establecimientos, oficios y situaciones descritas son reales. Solo los personajes son un artificio literario para recontar la historia del comercio y de la vida cotidiana de la Plaza de Olavide allá por 1940 y 1950. Pero seguro que Doña Luisa, Ramón, Manolito y Juanita de haber existido nos contarían esa historia con estas mismas palabras. Gracias a los que nos han favorecido con sus recuerdos.

28 de marzo de 2011

La Nueva Zamorana. Cardenal Cisneros 50


La Nueva Zamorana era una modesta tasca que desapareció en los años 90 del siglo pasado. Dicho así parece que fue hace mucho tiempo pero el caso es que estamos hablando de mas o menos quince años. La finca urbana en la que se encontraba desapareció bajo la piqueta. Ya se puede ver en la foto que su estado de salud no era muy bueno. Hoy en los bajos comerciales del nuevo y flamante edificio que ahora tiene su entrada por Jordán no existe ningún establecimiento.

Por el diseño de las puertas de cuarterones y el de la enseña pintada a mano seguro que era anterior a los años 30. El nombre de NUEVA ZAMORANA se debe, estoy especulando, a que en el momento de su fundación ya existía una taberna con el nombre de La Zamorana. Seguramente la de Galileo 21 cuya foto y algo de su historia se pueden conocer en esta página web. Hoy ni la vieja ni la nueva Zamorana existen en Madrid. La vieja, la de la calle Galileo, cambió de nombre hace no mas de uno o dos años. Y la NUEVA desapareció sin mas trámites. Es curioso esto del adjetivo NUEVO. Tiene sentido el nombre en el momento de la fundación de una tienda para distinguirla de sus antecesores pero pasadas las décadas uno se pregunta donde está la novedad. No se si conocen, por cierto que se la recomiendo, una bonita, muy bonita taberna en la esquina de Magallanes con Arapiles. Cumple este año su primer centenario que se dice pronto y sigue luciendo como el primer día en su fachada el letrero de LA NUEVA. Ellos han sabido conservar lo mejor de su pasado al tiempo que han modernizado el servicio y el surtido. No todo el mundo está en condiciones de hacer lo mismo. En los años pasados era costumbre despreciar el viejo  mobiliario y renovar toda la decoración interior. El hecho era pasar de taberna a bar. De tasca a restaurante. Y con el cambio en muchas ocasiones desaparecía la razón de ser y el encanto de estos establecimientos.

Nunca llegó a ser nuestra NUEVA ZAMORANA una tasca ilustrada pero es seguro que se servían comidas y que se calentaban las tarteras de los obreros del barrio. Era esta una fórmula por la que los comensales solo se obligaban a consumir el vino y la gaseosa, si acaso la ensalada. En los fogones de la taberna se calentaban las viejas tarteras de aluminio. En su día el cocido y mas modernamente arroz o pasta con el filete empanado de reglamento. Hoy que se vuelve a llevar la comida al trabajo, parece que la crisis hace mella en los bolsillos de la gente, pudiera ser una buena oferta ofrecer el servicio de calentada en microhondas por los nuevos bares en búsqueda de clientelas nuevas.

Desapareció la taberna silenciosamente. Estos cierres no suelen llevar aparejados grandes ceremonias fúnebres. Sus dueños, posiblemente hermanos y procedentes de la comarca de Sanabria, se irían con el viento fresco a la jubilación.

Una cosa curiosa que me apunta Santiago, el dueño del Maracaná- lugar del que tengo que hablar en el futuro- es que la tienda de al lado era un despacho de barras de hielo. Se compraban estas barras por cuartos, por mitades o enteras y eran la única forma de refrescar y conservar los alimentos y las bebidas en las casas particulares y en los negocios. Yo creo que solo las gentes con mas de cincuenta años podemos acordarnos de los esforzados repartidores del hielo. Son su saco de arpillera al hombro y los garfios para agarrar el hielo.

No se si saben ustedes que en nuestro barrio, exactamente en la glorieta de Bilbao se encontraban los famosos pozos de nieve en los que se conservaba el hielo de la sierra de Guadarrama. Por lo que sabemos estos pozos desaparecieron a finales del XIX siendo sustituidos por primitivas fábricas de hielo. Alguna de ellas suministraría a este despacho. Puede que fuese La Industrial de la calle de San Andrés, entre San Vicente Ferrer y La Palma, cuya fachada afortunadamente se conserva. Yo de niño pude conocer una de esas fábricas que se encontraba en lo que hoy es la Calle 30, un poco mas arriba de la calle Lopez de Hoyos. Y por supuesto conocí las neveras en las que se colocaba el cuarto del hielo en barra. El frigorífico eléctrico se popularizo en los años 60.  Pero bueno esas son otras historias.

Hay que ver lo que da de si una fotografía. Gracias Carmen.

27 de marzo de 2011

El día que dinamitaron el mercado de Olavide.

Antes de la demolición. Vista desde la calle Trafalgar. A la derecha se observa el edificio del BOE


La voladura mediante explosivos del mercado de Olavide en Noviembre de 1974 marca un hito histórico en la vida de la plaza y del barrio. Con la demolición del mercado se acaba una era casi geológica, en términos municipales, de casi cien años, marcada por el carácter comercial de la plaza para entrar en una época de búsqueda de una nueva personalidad en la que todavía nos encontramos. Ese cambio repentino acompañaba al mas tenue y alargado periodo a través del cual el barrio iba perdiendo  sus espacios industriales y artesanos para convertirse en una zona habitacional casi en exclusiva. Las pretensiones del plan Castro se cumplían con siglo y medio de retraso y se acababa la excepcionalidad del entorno de Olavide con respecto al conjunto del ensanche madrileño.
 La misma visión desde algo mas lejos. Se ve con mas claridad el enorme dispositivo de seguridad.

Todavía no se ha contado la historia de la voladura en todo su significado. Luis Carandell en la revista Triunfo nos relató el episodio desde el punto de vista de los 120 comerciantes directamente afectados. En el año 94 se produjo un cruce de comentarios a toro pasado en clave urbanística en el diario El País entre Moncho Alpuente y Enrique de Aguinaga. Se puede seguir muy bien la polémica y la historia gracias al post que escribió mi colega y amigo de la blogosfera Enrique Fidel en Urban Idades. Mas tarde en 1999 el decano del colegio de Arquitectos de Madrid Ricardo Aroca entraba en la polémica aprovechando la reforma fallida que puso en marcha el ayuntamiento de Madrid.
 Centenares de curios dispuestos a ver el espectáculo. Era gratis.

Lo que nunca se ha contado sin embargo es lo que la voladura supuso para los vecinos de la plaza. Gracias a los testimonios de distintos vecinos y a algunas informaciones de hemeroteca que he podido conseguir, particularmente una nota del periodista Cesar de Navascues en Pueblo, he podido reconstruir como vivieron los vecinos aquella jornada.

De nada me hubiera servido la encuesta si no hubiera recibido de manos de una amiga un estupendo reportaje fotográfico privado que ve la luz pública por primera vez.


 Una visión después de la demolición desde la esquina de la calle Murillo.

Si en Agosto reciben los comerciantes la orden de desalojo, los vecinos ven como desde principios de Octubre los alrededores de la plaza se llenan de policías fuertemente armados que acompañan los trabajos de los artificieros cargando de explosivos pilares y paredes del hermoso mercado de traza ortogonal diseñado en los años de la República por el arquitecto Ferrero. Los vecinos no reciben información del plan de demolición en ningún momento y asisten perplejos a las idas y venidas de los técnicos y a constantes anuncios y desanuncios de posibles fechas para la voladura. Nadie procura tranquilizar los ánimos de los mas próximos al mercado ni recibe instrucciones sobre la forma de prevenir daños.


La fecha final de la voladura se comunica a los vecinos con menos de 48 horas de anticipación y la única instrucción que reciben es la de cerrar puertas y ventanas desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde pues la demolición se producirá a las nueve de la mañana.

No se exige el desalojo temporal de las viviendas ni se prevé nada para las personas impedidas. La cosa es que se van adelantando por megafonía policial constantes avisos de que se va a proceder. Pero pasan las horas y los vecinos andan ya desesperados. Con las luces y el gas cortado por razones de seguridad mas de algún vecino baja a la calle para marchar a por víveres y son devueltos con cajas destempladas a sus viviendas.

La razón de tantas idas y venidas no es otra que algunos expertos llamados a última hora-posiblemente miembros del cuerpo de bomberos- no ven claro la disposición de las cargas. Parece que los artificieros de la empresa privada contratada-Cavosa- se han pasado tres pueblos a la hora de asegurar la demolición. Se procede a retirar parte del explosivo por razones de seguridad y a comprobar las conexiones de cada uno de los puntos de carga. Gracias a ese cambio de última hora los daños son menores a los previsibles.




 




 Después de la explosión

La improvisación y el desmadre llegan a tal punto que Cesar de Navascues se descuelga esa misma tarde con una crónica en el diario Pueblo que titula “INADMISIBLE”. Conociendo los bajos umbrales de libertad de prensa del periodo la cosa tiene su aquel.
 
 Página del diario Pueblo con la crónica de Cesar Navascues

A las dos menos diez tiene lugar por fin la voladura. En el bar Méntrida de la misma plaza tienen una colección de fotografías que inmortalizan ese momento. Una inmensa masa de humo y de cenizas se levanta por encima de la plaza. Los bomberos empiezan a lanzar agua para extinguir la humareda y sofocar la nube de polvo. Los escombros tardan semanas en ser retirados. Las obras de recuperación del espacio de la plaza duran mas de dos años. Algunos daños como ventanas rotas fueron cubiertos por el ayuntamiento. El daño moral de ver afectada su vida durante tantos meses está todavía por compensarse. Los lloros y el pavor de muchos ancianos que sufrieron el horror de la voladura a poco mas de veinte metros de sus casas nunca podrá ser compensado. Hoy hubiera sido imposible ordenar una demolición por un mecanismo tan expeditivo como el de la voladura.

La plaza sigue su vida. Sin el mercado. Desaparece una forma de vida y nadie sabe que les puede deparar el futuro. En aquellos meses Franco sufre la famosa flebitis que le retira un tiempo de la circulación. Un año antes ha muerto en atentado el almirante Carrero Blanco en otra voladura. La sede del diario Madrid ha sido volada unos meses antes. Faltan pocos meses para la voladura del régimen. Esa sí que fue la definitiva y afortunadamente salió bien. Debió de existir algún bombero providencial que como en Olavide se percatase del exceso de dinamita en el ambiente. Ya me gustaría a mí poner cara al héroe de aquella jornada. A ver si algún testigo de primera mano de los acontecimientos del 2 de Noviembre de 1974 se llega por aquí y nos da detalles.

ACTUALIZACIÓN 9 DE MAYO 2011

He tenido acceso a la declaración de oposición que hizo la comisión de cultura del Colegio de Arquitectos de Madrid a la demolición del mercado de Olavide que paso a copiar integramente, dado su valor testimonial para enjuiciar aquel acontecimiento tan importante en la historia de nuestro barrio:



"La gestión de la Administración en el tema del mercado de Olavide nos provoca las siguientes reflexiones extrapoladas al marco general del urbanismo oficial.

• Mitificación  parcial de las conclusiones de la Carta de Atenas, esgrimida como cuerpo dogmático cuando en nuestros días este documento ha sido intenacionalmante reconocido como erróneo y superficial.

• El estatus cultural de la Administración española que prima las actuaciones de creación sobre las de conservación. De lo que es evidente muestra nuestras ciudades desde la posguerra.

• La visión unívoca y sin solución de continuidad que tienen los gestores de la Administración de los problemas urbanos y sociales, donde no cabe la ciudad como organismo vivo propiedad de la sociedad. Pretendiendo aquéllos identificar la designación de su cargo con la posesión de la verdad, olvidando que la sociedad, por su carácter plural, es más rica en opciones que un individuo o equipo.

• El concepto que de crítica a su trabajo atribuyen los altos gestores a las colaboraciones foráneas a su demarcación.

En el caso concreto del mercado de Olavide, y al margen del valor cultural del edificio (que sería un serio candidato a monumento nacional pasados los cien años preceptivos), el resultado de la gestión municipal producirá las siguientes consecuencias:

• Un trauma en el tejido urbano y en la imagen actual del mismo.

• Fuerte impacto en esquema funcional del entorno, al que se le rapta un generador de actividad urbana, restando de esta forma a la ciudad un recipiente de relaciones humanas, absolutamente necesario para la pervivencia de los grupos sociales.

• La compra con un urbanismo plano de isletas con yerba de un urbanismo es pacial con enormes posibilidades en este orden, en los sociales, humanos, lúdicos, etcétera., si se analizan las condiciones de una adecuación del edificio según las propuestas ya realizadas."

ACTUALIZACIÓN FEBRERO 2013

Muy recientemente han aparecido en el archivo histórico del NODO imágenes de la voladura. Acabo de publicar una nota en el blog

La Plaza de Olavide: VIDEO CON LA VOLADURA DEL MERCADO DE OLAVIDE EN EL NODO DE OCTUBRE DE 1977

24 de marzo de 2011

Los nuevos y los viejos comercios de Olavide

 Foto facilitada por Carmen S. Esquina de Olid con Cardenal Cisneros. Año 1981

Foto del autor. Calle Trafalgar 12. 24 de marzo 2011

Treinta años separan el tiempo de las dos fotografias. La primera- Ultramarinos Abelardo Mateos, mas conocida entre la vecindad como La Bomba, vaya usted a saber porqué- corresponde a una tradicional tienda de ultramarinos y es de 1981. Se debió cerrar el establecimiento pocos años después de la toma de la foto.

La segunda la he tomado esta tarde y pertenece a una tienda recientemente abierta especializada en comida ecológica para niños y bebes y que ha merecido un reportaje en El País de hoy.

¿Son muchos 30 años?. Pues según como lo queramos ver. Ambos establecimientos se dedican, cada uno en su tiempo, a la alimentación. Los hábitos alimenticios no han cambiado tanto en treinta años. La gente sigue comiendo mas o menos lo mismo. Pero los espacios comerciales han dado un giro espectacular. Los ultramarinos han ido desapareciendo de poco en poco. De tal manera que ya son muy escasos los que sobreviven bajo la vieja fórmula. Llegaron los supermercados precisamente a finales de los 70. Las grandes superficies después. Y los chinos remataron la obra.  He contado esta historia en otro lado.

Ahora llega otra revolución comercial que tiene algo mas que ver con los hábitos alimentarios. La gente exige comidas mas sanas, mas selectas. Se está creando una cultura a favor de la alimentación responsable. Y es lógico pensar que una nueva generación de establecimientos pueda nacer al calor de esa ola de cambios. Las grandes superficies, los supermercados, no digamos ya los chinos, no están preparados para esa ola que nos viene de la comida gourmet.

Nuevos emprendedores como la dueña de "La Cocinita de Chamberí" la simpática Paloma Montón llegan a nuestro barrio con espíritu pionero. Que todo les salga bien. Que dentro de 30 años algún curioso copie la foto actual del establecimiento y que nos cuente lo que sucedió con el comercio del barrio.

La noche de los teatros en Chamberí


Este sábado se celebra la Noche de los Teatros en Madrid. El programa de este año tiene un aire mas de barrio y en cada distrito se han planificado una serie de actividades. En nuestro barrio son las siguientes:

PASACALLES entre las siete y las ocho de la tarde entre Quevedo y Bilbao o entre Bilbao y Quevedo, lo que ustedes prefieran.

CIRCO, TALLER, MUSICAL Y TEATRO en la calle Fuencarral entre las cinco y las siete. No lo dice en programa pero uno se imagina que en el tramo de la calle entre las dos glorietas.

TALLER DE MAQUILLAJE en el centro Galileo a las seis y media de la tarde. Solo para niños, aviso. No se me vayan a presentar los y las destrozonas del barrio que ya han pasado los carnavales.

CONCIERTO POLIFÓNICO con la Scola Polifónica de Madrid y en el "templete" de la plaza de Chamberí a la taurina hora de las cinco de la tarde. No se porqué se empeñan en llamar templete a una cosa que de toda la vida de Dios se ha llamado Kiosko de Música. No se si la denominación tiene que ver con el sentido religioso de nuestro ejecutivo al mando de la Comunidad de Madrid, responsable por cierto del programa, o con el programa específico de este concierto. Yo no se si un repertorio de música religiosa coral tiene su mejor lugar de celebración en un kiosko, lo digo solo por la fidelidad al sonido y la mejor atención del público, posiblemente hubiera sido mejor pensar en un espacio cerrado, pero bueno...Un programa con piezas de Tomás Luis de Victoria en su IV Centenario, cuya página web les invito a visitar.

Echo de menos que nuestra Plaza no contribuya a las celebraciones. Pero bueno tampoco me voy a poner localista. Será por presupuestos.

22 de marzo de 2011

Los balcones de Madrid



“Ahí viene el de la guardería. Acuérdate, se llama Evaristo. Verás: todas las mañanas traen a los niños a jugar a la plaza porque en la guardería no tienen jardín. Evaristo viene antes que las profesoras y limpia las cacas y la porquería para que los críos jueguen con la tierra en un trocito de la plaza…”

No tiene mayor importancia que Evaristo no se llame Evaristo. Es una licencia literaria que Carmen Santamaría utiliza para ofrecernos un relato de la vida diaria en la Plaza de Olavide. Un relato inefable que cualquier vecino podría haber creado y que ha llegado al papel solo en la medida que la autora tiene un oído sutil y educado para escuchar la voz del pueblo de Madrid. La voz personal de sus barrios y de las gentes de cualquier condición.

Ese es el mérito principal del experimento de nuestra amiga. “Balcones, caminos y glorietas de Madrid” es el cruce de experiencias vitales con el laborioso conocimiento de las fuentes literarias y documentales de Madrid. Un libro que es al tiempo el recuento de lo que ocurre en la colmena urbana de nuestra ciudad y la memoria de un pasado que ilumina con luz cenital nuestro día a día.

Libro de cuentos, reportajes inspirados en las formas del nuevo periodismo, guía de viajes, crónica histórica. Eso y la relación privada que cada cual establezca con el texto, es el resultado de un esfuerzo creativo admirable.

En treinta y seis capítulos tienes la oportunidad de recorrer caminos, de observar la vida desde los balcones de la imaginación como si fueses el duende dueño de Madrid al tiempo que conoces los secretos de la historia de doce siglos de nuestra ciudad. 

La voz de la calle, de las tiendas y del interior de nuestras casas llega al papel matizada por la compasión, por el humor y por la sensibilidad de Carmen Santamaría:
“A muchos los conoce por ser vecinos del barrio, de ellos sabe manías y vicios, propensiones y alergias, afecciones insólitas, deformidades y carencias, cicatrices, desórdenes somáticos..les ha escuchado lamentarse y justificarse cuando entraban en la farmacia, les ha brindado palabras equilibradas para aliviar sus congojas o sus temores….Quizás ignore de ellos la edad, los gustos alimentarios, su estado civil o el oficio que desempeñan, pero del funcionamiento de su organismo acumula datos abundantes, detalles de los que posiblemente no estén enterados ni sus parientes ni sus amistades”

Esas son las palabras de uno de los personajes de Carmen. Nadie explica mejor que ellas el significado de su libro.




21 de marzo de 2011

Rafael Reig y la Plaza de Olavide

Rafael Reig es visitante asiduo de la Plaza de Olavide. Despacha algún que otro wisky o cañita de cerveza a cualquier hora en la terraza o en el salón del Maracaná. En el salón preferiblemente se dedica a jugar al ajedrez. Definió en un prodigio de síntesis a la Plaza de Olavide como "el corazón secreto con el que late Chamberí”.


Aquí le tienen posando en la plaza en dos fotos muy recientes. 


La foto de la izquierda está extraida del blog personal de Rafael Reig. La de la derecha la he recogido de El Diario Montañes.

Como se diría hace muchos años: es un orgullo para los vecinos de la plaza contar con tu presencia cotidiana. Nos das lustre y beneficias nuestros negocios.

Felicidades por la novela y por el premio

20 de marzo de 2011

El torreón cerámico de la Plaza de Olavide nº 1

Foto del blog Arte en Madrid.

Mercedes Gómez autora del blog Arte en Madrid es una de las personas que mejor conocen la arquitectura madrileña desde el punto de vista de las artes decorativas. Si usted necesita saber algo sobre recubrimientos cerámicos, sobre forjas y balcones, sobre balaustradas y cariátides acuda usted a sus páginas.

A ese saber formado en la dura escuela de leer libros y visitar bibliotecas una usted la fantástica capacidad de Mercedes para procurarse acceso a fuentes de información personales y su apego a la máquina de fotografiar para obtener imágenes que den ilustración a sus escritos.

Su último hallazgo, en lo que conviene a este blog dedicado a la plaza de Olavide, tiene que ver con la historia del recubrimiento cerámico del torreón de la Plaza de Olavide número uno. Cualquier visitante que eleve sus ojos al cielo se dará cuenta que el torreón de mediterráneos azules y amarillos azulejos es como el mascarón de proa de la plaza. Incluso algunos no dudarían en afirmar que la estampa del torreón equivale a un símbolo fálico que diese cuenta de la fertilidad de la vida diaria en nuestra plaza. Quédense con la imagen que mejor cuadre a su visión espacial y mitológica. Pero no duden en visitar el articulo de Mercedes para conocer la historia de esos azulejos obra del ceramista Ruiz de Luna. 

Lo pueden hacer comodamente sentados con su portatil desde las mesas del Maracaná aprovechando la gratuidad municipal  de la conexión a Internet y el frescor de la sombra del espacio mas fresco de la plaza de Olavide ahora que entra la primavera y con ella los calores. De un día a otro la clientela que en invierno abarrota las terrazas orientadas al sur desplaza sus posaderas a las del norte en una especie de mudanza trashumante.
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