Antes de la demolición. Vista desde la calle Trafalgar. A la derecha se observa el edificio del BOE
La voladura mediante explosivos del mercado de Olavide en Noviembre de 1974 marca un hito histórico en la vida de la plaza y del barrio. Con la demolición del mercado se acaba una era casi geológica, en términos municipales, de casi cien años, marcada por el carácter comercial de la plaza para entrar en una época de búsqueda de una nueva personalidad en la que todavía nos encontramos. Ese cambio repentino acompañaba al mas tenue y alargado periodo a través del cual el barrio iba perdiendo sus espacios industriales y artesanos para convertirse en una zona habitacional casi en exclusiva. Las pretensiones del plan Castro se cumplían con siglo y medio de retraso y se acababa la excepcionalidad del entorno de Olavide con respecto al conjunto del ensanche madrileño.
La misma visión desde algo mas lejos. Se ve con mas claridad el enorme dispositivo de seguridad.
Todavía no se ha contado la historia de la voladura en todo su significado.
Luis Carandell en la revista Triunfo nos relató el episodio desde el punto de vista de los 120 comerciantes directamente afectados. En el año 94 se produjo un cruce de comentarios a toro pasado en clave urbanística en el diario El País entre Moncho Alpuente y Enrique de Aguinaga. Se puede seguir muy bien la polémica y la historia gracias al post que escribió mi colega y amigo de la blogosfera
Enrique Fidel en Urban Idades. Mas tarde en 1999 el decano del colegio de
Arquitectos de Madrid Ricardo Aroca entraba en la polémica aprovechando la reforma fallida que puso en marcha el ayuntamiento de Madrid.
Centenares de curios dispuestos a ver el espectáculo. Era gratis.
Lo que nunca se ha contado sin embargo es lo que la voladura supuso para los vecinos de la plaza. Gracias a los testimonios de distintos vecinos y a algunas informaciones de hemeroteca que he podido conseguir, particularmente una nota del periodista Cesar de Navascues en Pueblo, he podido reconstruir como vivieron los vecinos aquella jornada.
De nada me hubiera servido la encuesta si no hubiera recibido de manos de una amiga un estupendo reportaje fotográfico privado que ve la luz pública por primera vez.
Una visión después de la demolición desde la esquina de la calle Murillo.
Si en Agosto reciben los comerciantes la orden de desalojo, los vecinos ven como desde principios de Octubre los alrededores de la plaza se llenan de policías fuertemente armados que acompañan los trabajos de los artificieros cargando de explosivos pilares y paredes del hermoso
mercado de traza ortogonal diseñado en los años de la República por el arquitecto Ferrero. Los vecinos no reciben información del plan de demolición en ningún momento y asisten perplejos a las idas y venidas de los técnicos y a constantes anuncios y desanuncios de posibles fechas para la voladura. Nadie procura tranquilizar los ánimos de los mas próximos al mercado ni recibe instrucciones sobre la forma de prevenir daños.
La fecha final de la voladura se comunica a los vecinos con menos de 48 horas de anticipación y la única instrucción que reciben es la de cerrar puertas y ventanas desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde pues la demolición se producirá a las nueve de la mañana.
No se exige el desalojo temporal de las viviendas ni se prevé nada para las personas impedidas. La cosa es que se van adelantando por megafonía policial constantes avisos de que se va a proceder. Pero pasan las horas y los vecinos andan ya desesperados. Con las luces y el gas cortado por razones de seguridad mas de algún vecino baja a la calle para marchar a por víveres y son devueltos con cajas destempladas a sus viviendas.
La razón de tantas idas y venidas no es otra que algunos expertos llamados a última hora-posiblemente miembros del cuerpo de bomberos- no ven claro la disposición de las cargas. Parece que los artificieros de la empresa privada contratada-Cavosa- se han pasado tres pueblos a la hora de asegurar la demolición. Se procede a retirar parte del explosivo por razones de seguridad y a comprobar las conexiones de cada uno de los puntos de carga. Gracias a ese cambio de última hora los daños son menores a los previsibles.
Después de la explosión
La improvisación y el desmadre llegan a tal punto que Cesar de Navascues se descuelga esa misma tarde con una crónica en el diario Pueblo que titula “INADMISIBLE”. Conociendo los bajos umbrales de libertad de prensa del periodo la cosa tiene su aquel.
Página del diario Pueblo con la crónica de Cesar Navascues
A las dos menos diez tiene lugar por fin la voladura. En el bar Méntrida de la misma plaza tienen una colección de fotografías que inmortalizan ese momento. Una inmensa masa de humo y de cenizas se levanta por encima de la plaza. Los bomberos empiezan a lanzar agua para extinguir la humareda y sofocar la nube de polvo. Los escombros tardan semanas en ser retirados. Las obras de recuperación del espacio de la plaza duran mas de dos años. Algunos daños como ventanas rotas fueron cubiertos por el ayuntamiento. El daño moral de ver afectada su vida durante tantos meses está todavía por compensarse. Los lloros y el pavor de muchos ancianos que sufrieron el horror de la voladura a poco mas de veinte metros de sus casas nunca podrá ser compensado. Hoy hubiera sido imposible ordenar una demolición por un mecanismo tan expeditivo como el de la voladura.
La plaza sigue su vida. Sin el mercado. Desaparece una forma de vida y nadie sabe que les puede deparar el futuro. En aquellos meses Franco sufre la famosa flebitis que le retira un tiempo de la circulación. Un año antes ha muerto en atentado el almirante Carrero Blanco en otra voladura. La sede del diario Madrid ha sido volada unos meses antes. Faltan pocos meses para la voladura del régimen. Esa sí que fue la definitiva y afortunadamente salió bien. Debió de existir algún bombero providencial que como en Olavide se percatase del exceso de dinamita en el ambiente. Ya me gustaría a mí poner cara al héroe de aquella jornada. A ver si algún testigo de primera mano de los acontecimientos del 2 de Noviembre de 1974 se llega por aquí y nos da detalles.
ACTUALIZACIÓN 9 DE MAYO 2011
He tenido acceso a la declaración de oposición que hizo la comisión de cultura del
Colegio de Arquitectos de Madrid a la demolición del mercado de Olavide que paso a copiar integramente, dado su valor testimonial para enjuiciar aquel acontecimiento tan importante en la historia de nuestro barrio:
"La gestión de la Administración en el tema del mercado de Olavide nos provoca las siguientes reflexiones extrapoladas al marco general del urbanismo oficial.
• Mitificación parcial de las conclusiones de la Carta de Atenas, esgrimida como cuerpo dogmático cuando en nuestros días este documento ha sido intenacionalmante reconocido como erróneo y superficial.
• El estatus cultural de la Administración española que prima las actuaciones de creación sobre las de conservación. De lo que es evidente muestra nuestras ciudades desde la posguerra.
• La visión unívoca y sin solución de continuidad que tienen los gestores de la Administración de los problemas urbanos y sociales, donde no cabe la ciudad como organismo vivo propiedad de la sociedad. Pretendiendo aquéllos identificar la designación de su cargo con la posesión de la verdad, olvidando que la sociedad, por su carácter plural, es más rica en opciones que un individuo o equipo.
• El concepto que de crítica a su trabajo atribuyen los altos gestores a las colaboraciones foráneas a su demarcación.
En el caso concreto del mercado de Olavide, y al margen del valor cultural del edificio (que sería un serio candidato a monumento nacional pasados los cien años preceptivos), el resultado de la gestión municipal producirá las siguientes consecuencias:
• Un trauma en el tejido urbano y en la imagen actual del mismo.
• Fuerte impacto en esquema funcional del entorno, al que se le rapta un generador de actividad urbana, restando de esta forma a la ciudad un recipiente de relaciones humanas, absolutamente necesario para la pervivencia de los grupos sociales.
• La compra con un urbanismo plano de isletas con yerba de un urbanismo es pacial con enormes posibilidades en este orden, en los sociales, humanos, lúdicos, etcétera., si se analizan las condiciones de una adecuación del edificio según las propuestas ya realizadas."