22 de marzo de 2011

Los balcones de Madrid



“Ahí viene el de la guardería. Acuérdate, se llama Evaristo. Verás: todas las mañanas traen a los niños a jugar a la plaza porque en la guardería no tienen jardín. Evaristo viene antes que las profesoras y limpia las cacas y la porquería para que los críos jueguen con la tierra en un trocito de la plaza…”

No tiene mayor importancia que Evaristo no se llame Evaristo. Es una licencia literaria que Carmen Santamaría utiliza para ofrecernos un relato de la vida diaria en la Plaza de Olavide. Un relato inefable que cualquier vecino podría haber creado y que ha llegado al papel solo en la medida que la autora tiene un oído sutil y educado para escuchar la voz del pueblo de Madrid. La voz personal de sus barrios y de las gentes de cualquier condición.

Ese es el mérito principal del experimento de nuestra amiga. “Balcones, caminos y glorietas de Madrid” es el cruce de experiencias vitales con el laborioso conocimiento de las fuentes literarias y documentales de Madrid. Un libro que es al tiempo el recuento de lo que ocurre en la colmena urbana de nuestra ciudad y la memoria de un pasado que ilumina con luz cenital nuestro día a día.

Libro de cuentos, reportajes inspirados en las formas del nuevo periodismo, guía de viajes, crónica histórica. Eso y la relación privada que cada cual establezca con el texto, es el resultado de un esfuerzo creativo admirable.

En treinta y seis capítulos tienes la oportunidad de recorrer caminos, de observar la vida desde los balcones de la imaginación como si fueses el duende dueño de Madrid al tiempo que conoces los secretos de la historia de doce siglos de nuestra ciudad. 

La voz de la calle, de las tiendas y del interior de nuestras casas llega al papel matizada por la compasión, por el humor y por la sensibilidad de Carmen Santamaría:
“A muchos los conoce por ser vecinos del barrio, de ellos sabe manías y vicios, propensiones y alergias, afecciones insólitas, deformidades y carencias, cicatrices, desórdenes somáticos..les ha escuchado lamentarse y justificarse cuando entraban en la farmacia, les ha brindado palabras equilibradas para aliviar sus congojas o sus temores….Quizás ignore de ellos la edad, los gustos alimentarios, su estado civil o el oficio que desempeñan, pero del funcionamiento de su organismo acumula datos abundantes, detalles de los que posiblemente no estén enterados ni sus parientes ni sus amistades”

Esas son las palabras de uno de los personajes de Carmen. Nadie explica mejor que ellas el significado de su libro.




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