Ocurrió en octubre del 2010. De vez en cuando un pequeño incidente viene a alterar la pacífica y calmada vida del barrio.
Un camión trailer de matrícula lituana se quedó atascado en la plaza de Olavide.
Como su altura no le permitía pasar por las angostas dimensiones del tunel a su conductor, seguramente forzado por las prisas, no se le ocurrió otro expediente que el de intentar dar la vuelta por la estrecha via que circunda la plaza por el lado de la calle Trafalgar. Cualquier vecino del barrio sabe que esa curva es una trampa para cazar vehículos como como si fuesen conejos atrapadaos en un cepo.
Resultado: un aparatoso enredeo de mis demonios que exigió la presencia de policía municipal, cuerpo de bomberos y el siempre atento senado de vecinos y curiosos que arremolinados en el lugar del suceso debatían seriamente sobre distintas hipótesis para deshacer el entuerto.
El conductor a todo esto, que no sabía ni papa de español, estaba conmocionado a mas no poder y dudaba entre su propia desaparición física o la entrega a las autoridades como rehén.
Por mas señas que le pasaban voluntarios y cuerpos especializados para intentar maniobrar el volante del vehículo el caso es que cada movimiento del gigantesco camión solo servía para fortalecer el cepo y en última instancia para provocar movimientos de la carga que ponían en precario el mismo equilibrio de la cabina y de la caja del trailer.
Pero en estas llegó la salvación. Acudió presuroso al follón uno de los sintecho de la plaza de nacionalidad polaca que pudo ejercer de intérprete entre el camionero y las autoridades e incluso recomnendar una estrategia de salvamento que fielmente ejecutada por los bomberos permitió liberar al camión de su encierro en la plaza de Olavide sin necesidad de llamar a gruas ni otros equipos de auxilio.
La solución consistió en levantar de cuajo unos cuantos romperodillas de los que limitan el espacio entre peatones y vehículos. Por cierto que todavía no han sido repuestos y por ello los coches campan por doquier por encima de las aceras.
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